En las esquinas de los recuerdos está lo que perdí:
Un beso de la inconsciencia tomando mi mente
Y relatando mensajes útiles
Sin ese desierto de satisfactores
Donde resido
Con una moral hecha a la medida.
Mis fantasmas se han materializado
Y sin tiempo los diviso
Como sabanas al viento riéndose del sol y de mí:
Sentado en la plaza de mis sueños se han apoderado del control
Y viajan como palomas engañándonos a todos.
Son disfraces de la poesía que se ha venido a mí como un gran golpe.
Tendido en los renglones ya no sé que decir:
Sueños trizados por el quehacer;
Se han esfumado por algún motivo siniestro
Y apresan mi circunstancia.
Es una vorágine que se agolpa tras de mí,
Mancillando lo claro de mis ojos
Anulando mi mano franca.
Con voz paciente he aguardado
Tratando de tener los mejores versos para el reencuentro.
En su música interna, tomo las voces por la oreja y calladamente vuelvo a soñar...
Ya no tengo miedo.
El tiempo se me va y no-queda nada que hacer.
El sofoco del alma se ha hecho insostenible y al fin
Un pájaro vuela hasta la ventana de lo que queda de mí.
Allí han comido de mi mano las últimas monedas
Y luego han emigrado hacía otro corazón
Con más esperanza.
Sólo y en las esferas de la muerte
Me he sentado a esperar que llegue el tiempo final.
Las sensaciones son candentes y queman mis vísceras.
Ahogado, sin tiempo trato de escribir mis últimos versos
En la inconsciencia de las voces poéticas trato de ganar tiempo.
Allí, soy culpable del televisor, de la modorra y del tercer mundismo.
Solo queda la esperanza de la creatividad
En un mundo donde todo está a la mano...
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